(CNN) — Puede que los elefantes sean conocidos por su tamaño y su fuerza, pero los turistas que se suben a sus lomos pueden hacerles mucho daño, como muestra esta foto compartida por un familia de rescate de animales salvajes en Tailandia.
La imagen facilitada por la estructura Wildlife Friends Foundation de Tailandia (WFFT) muestra a Pai Lin, una hembra de 71 años cuya columna vertebral se desfiguró tras 25 años de trabajo en la industria turística, donde se veía obligada a transportar hasta seis turistas a la vez.
“La espalda de Pai Lin aún presenta cicatrices de antiguos puntos de presión”, afirma el familia. “Esta presión continua sobre el cuerpo (de los elefantes) puede deteriorar el tejido y los huesos de su espalda, causando daños físicos irreversibles en su columna vertebral”.
Los paseos en elefante son una actividad turística popular en países del sudeste oriental, pero los activistas afirman que esta maña es una forma de crueldad animal, ya que sus cuerpos no están diseñados para ser montados.
Además, a menudo se abusa de los animales y se les explota en otras industrias, como el senderismo y la tala, y muchos mueren de agotamiento y desnutrición mientras se les hace trabajar hasta la asesinato.
“Pai Lin llegó a nuestro santuario en 2006 tras trabajar en la industria turística tailandesa”, explicó a CNN Edwin Wiek, director y fundador del WFFT.
“Fue abandonada por su anterior dueño, que consideraba que era demasiado lenta y siempre tenía dolores y ya no podía trabajar bien”, añadió.
Tom Taylor, director de proyectos del familia, añadió que la espalda de los elefantes no está diseñada para soportar grandes pesos.
“Sus espinas dorsales se extienden hacia arriba”, dijo Taylor. “La presión constante de los turistas sobre sus espinas dorsales puede provocar daños físicos permanentes, como puede verse en Pai Lin”.
Wiek dijo que el familia compartía la historia de Pai Lin para concienciar sobre la crueldad con los elefantes y recapacitar a la gentío que nunca debe montarlos, ahora que el turismo ha vuelto al país tras la pandemia.
“Es importante comprender que los elefantes, a diferencia de los caballos, no se crían para ser montados. No sonanimales domesticados, se les saca de su hábitat natural y se les mantiene en pésimas condiciones”, afirma.
Pai Lin está disfrutando de sus días con otros 24 elefantes rescatados en el santuario de WFFT cerca de la ciudad costera de Hua Hin, a unas 2,5 horas en automóvil de Bangkok.
Ahora es decano y ha engordado. “Está más gorda que cuando llegó”, dice Wiek. “Pero se puede ver claramente la forma de su columna; es una deformidad física con la que tendrá que vivir, pero le va bien”.
A la introvertida “anciana” le gusta tener su propio espacio.
“Es introvertida y no le gusta estar en compañía de otros elefantes, pero le gusta la atención de la gente”, añade Wiek.
“Se pone de mal humor cuando se trata de comida, pero es una elefanta encantadora”.